La pregunta del millón.
Por: Juan Pablo Quintero
A lo largo de la historia de los seres humanos las experiencias oníricas han sido un tema inagotable, desde “los tiempo de Upa” con las primeras imágenes de arte rupestre, hasta los tiempos modernos con la realidad virtual (RV), reduciendo cada vez más nuestra capacidad de imaginación.
Los dispositivos tecnológicos parecen ir abarcando todos los aspectos de la vida y los sueños no son la excepción. Halo es un dispositivo que induce y estabiliza sueños lúcidos, los registra, puede reducir las pesadilla e interpretar los sueños, y será lanzado al mercado en el año de la serpiente de madera 4723 según el calendario chino, 2025 según el calendario gregoriano.
Sin embargo, toda persona, se dice, puede llegar a tener sueños lúcidos mediante la practica de diferentes tipos de técnicas milenarias como la meditación, el yoga, el deporte, etc. El sueño puede convertirse en una total pesadilla, como lo muestra Frederick Charles Krueguer que mataba a sus víctimas en sueños, hasta causarles la muerte en el mundo “real”. También puede llegar a convertirse en una experiencia totalmente placentera o las dos al mismo tiempo.
Dormir es el acto de perder la conciencia y desatender día a día a los estímulos del medio ambiente, de ahí que la bella durmiente fuese tan bella, quizás. Es una necesidad vital irreprimible, y algunas veces, es absolutamente imperativo y domina nuestra conducta y nuestra voluntad. El sueño es aquel momento donde se llega a un periodo denominado la etapa REM, pero las llamadas ensoñaciones, se dan durante la vigilia. Cuenta la historia que el sueño ha sido una experiencia humana perseguida por la iglesia, ya que puede ser una amenaza ya que allí “todo es posible” y la persona vive en total libertad, lo que no cuadra con esta religión, por obvias razones.
Isaac Asimov escribió en una de sus ficciones algo sobre los sueños en su cuento “sueños de robot”. En el relato, una doctora crea un robot con un cerebro de diseño de geometría fractal, que comienza a experimentar sueños. Y cuando la doctora le pregunta “¿qué ha soñado?”, el robot le responde que vio a un hombre decir “deja libre a mi gente”. La doctora le pregunta quién era el hombre y el robot le contesta “yo era el hombre”.
En el Egipto antiguo se realizaba todo un ritual alrededor de los sueños antes de asistir a eventos. Los egipcios visitaban los templos de los faraones y tenían que ayunar y orar para asegurar sueños que les iluminaran. En los Upanishads, parte de la filosofía hindú, (900-500 a.C) existen dos maneras de ver los sueños: se les conoce como una mera expresión de nuestros deseos y por otro lado se piensa que el alma o espíritu deja el cuerpo durante el sueño. Por eso se temía que, al despertar de manera abrupta, el alma podría no retornar y la persona morir.
Decía Nietzsche que sólo en dos estados alcanza el ser humano la delicia de la existencia: en el sueño y la embriaguez. “La bella apariencia del mundo onírico, en el que cada ser humano es artista completo, es la madre de todo arte figurativo y también, como veremos, de una mitad importante de la poesía”. La embriaguez y el sueño por algo han sido parte la persecución por parte del poder.
Muchxs artistas, escritores y demás personajes realizan sus creaciones a partir de sus sueños, como Franz Kafka, que escribió sobre sus sueños sin llegar a interpretarlos, o el poeta (bastante underground que ni nombre tiene) que hace algunos siglos se dormía con un objeto en la mano para que al caerse lo despertara y así recordar lo que soñó y plasmarlo en su arte.
Experimentadores de su cuerpo, algo que tampoco le gusta al poder, evidentemente.
En el pensamiento de distintas culturas existe la idea de que vivimos bajo un sueño colectivo, una especie de hechizo, y que, actualmente, estamos atrapados en el sueño del miedo que nos impide ver la realidad tal cómo es. Tiene mucha lógica entendiendo que nuestra percepción está dada por mecanismos neuronales electro-químicos (y la realidad en cierta manera también es electroquímica) y del sistema nervioso que ha sido permeado por información externa cómo las guerras, los noticieros etc.
Hace unos años, Cristina Hincapié estuvo en el laboratorio del sueño de la Clínica Medellín, donde se estudia este fenómeno para mejorar su calidad por medio de tecnologías como el polisomnógrafo, es un equipo para registrar el sueño en tiempo real y que capta diferentes señales. En esta entrevista puedes ver cómo durmió Cristina en este experimento.
