Un viaje a las profundidades para descolonizar el inconsciente y despertar la chispa creativa

Por: Felipe Barrientos @hombrecasette

Esferas de la insurrección: Apuntes para descolonizar el inconsciente, es un libro que traza un mapa disruptivo para reimaginar la libertad. Escrito por la filósofa y psicoanalista brasileña Suely Rolnik, este libro nos propone reflexionar sobre el colonialismo como un fenómeno que se extiende más allá de los territorios y de la cultura, penetrando en el inconsciente colectivo de las personas y alterando, en lo más íntimo, nuestra forma de ser. Este es un escrito que reta la idea de que el colonialismo es solo historia pasada: para Rolnik, es una estructura viva y omnipresente que domina nuestro lenguaje, nuestras ideas, nuestra capacidad de sentir y de actuar. Su propuesta es un llamado urgente a una insurrección mental, a una descolonización profunda que surge desde el inconsciente.

A lo largo del texto, la autora desglosa su teoría en “esferas” que abordan distintos aspectos de esta colonización de la subjetividad. A través de estas esferas, Rolnik nos conduce por una revisión de las fuerzas coloniales que siguen presentes en la vida cotidiana, en las instituciones y en los modos de relación social, haciendo visible la influencia del capitalismo y el neoliberalismo en la forma en que percibimos y entendemos el mundo. En este contexto, descolonizar el inconsciente se convierte en un acto político y vital: una forma de liberar nuestra potencia creativa y sensitiva. Pues, por las dinámicas propias que ha dejado el colonialismo, el espíritu creativo, esa chispa, en la mayoría  de los humanos, está apagada, muerta o dormida.  

Uno de los aciertos más notables de Esferas de la insurrección es su habilidad para conectar conceptos filosóficos complejos con situaciones cotidianas y visibilizar cómo las dinámicas coloniales actuales están latentes en los vínculos personales, en los patrones culturales y en las estructuras de poder. La descolonización del inconsciente, entonces, no es un proceso meramente individual, sino una tarea colectiva que, según Rolnik, requiere imaginación y sensibilidad para crear nuevas formas de vida y resistencia. Y el arte y la creación se convierten en los llamados a romper paradigmas coloniales establecidos.

No se trata de entender el colonialismo como una doctrina externa, sino de percibirlo como una estructura arraigada en nuestra manera de pensar, actuar y sentir. Es una invitación a confrontar las normativas de poder que han moldeado nuestras vidas y abrir una puerta hacia prácticas de vida distintas.

Es una lectura que no transcurre ligera. El texto exige atención, reflexión activa y, sobre todo, una disposición a revisar nuestras creencias más arraigadas. Rolnik nos desafía a deconstruir los esquemas mentales heredados y a reconfigurar la mirada. Esferas de la insurrección es, en definitiva, un libro que demanda tiempo y entrega, que guía al lector en un ejercicio de cuestionamiento y resistencia interna. No es solo un ensayo, sino una invitación para imaginar un futuro menos condicionado por las estructuras de poder, donde el conocimiento y la expresión puedan surgir libres.

Para aquellos interesados en la teoría crítica, el psicoanálisis, la filosofía política y los estudios decoloniales, Esferas de la insurrección se presenta como una obra indispensable. Es una interpelación a desandar caminos, a construir espacios de libertad dentro de nosotros mismos, y a ver en esta construcción una posibilidad de insurrección que pueda transformar nuestras relaciones y, quizá, el mundo. Este no es un libro que ofrece respuestas simples ni soluciona problemas con fórmulas, sino que nos desafía, de principio a fin, a imaginar otros caminos, otras formas de habitar la realidad.

Descolonizar el arte: un acto político y poético

En la mirada de Suely Rolnik, la colonización no solo se apropia de cuerpos y territorios: también invade nuestras formas de crear, pensar y sentir. Su análisis tiene un alcance especial en el terreno artístico, donde insiste en la necesidad de descolonizar el arte como una forma de liberar la creatividad de los patrones que restringen y estandarizan. En el ámbito artístico, las dinámicas coloniales han impuesto cánones y temas que refuerzan una visión eurocéntrica del mundo, y esta hegemonía no solo limita la diversidad creativa, sino que perpetúa una forma de dominación cultural y política.

Rolnik sostiene que el acto de crear debe ir más allá de los imperativos del mercado y del consumo, y considera que el arte tiene la capacidad única de conectar con lo que ha sido reprimido o ignorado en la experiencia humana. En esta línea, descolonizar el arte es también un acto de reapropiación del inconsciente, donde la creación artística puede servir como espacio de resistencia y libertad. Al conectar con sensibilidades y conocimientos relegados por las estructuras coloniales, el arte adquiere una dimensión insurreccional que permite, además, vislumbrar nuevas formas de existir.

El arte es entonces una plataforma tanto política como poética. Rolnik lo concibe como un territorio para explorar la potencia vital que reside en cada uno, esa energía que el colonialismo ha reprimido y limitado a lo largo de los siglos. Descolonizar el arte es una forma de abrir posibilidades creativas y sociales, de hacer del acto creativo una acción que transforma, que desafía, que imagina un futuro menos condicionado por la opresión cultural.

En definitiva, Esferas de la insurrección es un texto urgente para quienes buscan una comprensión crítica de cómo el colonialismo permea hasta los espacios más personales y creativos. Rolnik nos recuerda que descolonizar es también un acto de vida: liberar la creatividad, transformar el inconsciente y convertir el arte en una manifestación de resistencia que, al surgir desde lo íntimo, pueda transformar la colectividad.

Este es un manifiesto a la libertad creativa. Descolonizar el inconsciente es desatar un flujo vital que reimagina y transforma el arte en un espacio de resistencia y renovación. Liberados de los patrones impuestos por siglos de opresión, el acto de crear puede finalmente ser un acto de vida en su forma más pura, un espacio donde la sensibilidad recobra su voz y donde lo diverso, lo inexplorado y lo marginal encuentran expresión.

Así, al descolonizar la mente, el arte se convierte en un territorio fértil para nuevas estéticas y sensibilidades, un ámbito donde cada obra, cada gesto creativo, enciende una chispa de insurrección. Es aquí, en este terreno liberado de la norma y la repetición, donde la potencia de lo imaginable se despliega sin ataduras, abriendo posibilidades de existencia y convivencia que, en palabras de Rolnik, reafirman nuestra humanidad en toda su diversidad.

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